Después de su conversación con Alina en la biblioteca, Kaizen se sintió aliviado de que ella hubiera aceptado su invitación a unirse a su gremio. Sabía que Alina aportaría una dimensión única de conocimientos y habilidades al grupo. Sin embargo, había una tarea importante por delante: invitar a Xisrith a unirse a ellos.
Kaizen encontró a Xisrith en la tienda, aún inmersa en los pergaminos y manuscritos que habían adquirido en la Cripta del Clan Bloodstone. Ella levantó la vista cuando él se acercó y sonrió, dejando el pergamino a un lado.
—¿Le gustó el libro a Alina? —preguntó, curiosa.
—Sí, le encantó —respondió Kaizen con una sonrisa—. Está realmente emocionada por ello, cree que podrían ser hechizos perdidos hace mucho tiempo. Creo que estará segura con él.
—Eso me tranquiliza —dijo Xisrith, poniendo una mano sobre su pecho.
Kaizen asintió, rodeando el mostrador y abriendo el inventario. —Por cierto, lo que me gustaría discutir contigo...