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—Durante muchos años, el Primer Rey de Tretidian empuñó la Espada del Rey con un valor y determinación nunca antes vistos por el ejército de los Orcos, y con cada batalla ganada su nombre e influencia se extendían aún más —Aelon continuó narrando—. En aquel entonces, él era uno de los pocos que lograba luchar como igual contra el número de los Orcos y el único que estaba ganando sus batallas. Su esfuerzo resonó por todo el mundo de Midgard, motivando a otros, y así pequeños insurrectos comenzaron a aparecer.
Kaizen prestaba atención a cada palabra mientras también observaba el paisaje que se desplegaba ante sus ojos. Lo que veía era como un lapso de tiempo de decenas de años de toda la región, desde los bosques largamente quemados, las sangrientas batallas y derrotas, hasta las satisfactorias victorias del ejército humano.
