Kaizen entonces se despidió de Alina y dejó la biblioteca, subiendo por la escalera de caracol de vuelta al primer piso de la tienda. Luego fue a una taberna que conocía desde hace algunas calles y envió la ubicación a Klank. Para pasar el tiempo, pidió una cerveza a la camarera.
No pasó mucho tiempo antes de que Klank finalmente llegara, y a la vista de Kaizen no había cambiado mucho desde la última vez que se habían visto. Excepto por el hecho de que Klank llevaba una armadura verde y ligera mucho mejor que la última.
—¡Kaizen! ¡Hace tiempo que no nos vemos! —Klank saludó a Kaizen con una palmada en la espalda. —Disculpa la demora, estaba arreglando algunas cosas.
—Está bien, toma asiento. ¿Cómo te va la vida?
Klank sonrió y se sentó. —Sin problemas, Klaus. Siempre es bueno trabajar en algo nuevo.
—Va bien, siempre estoy buscando trabajos. ¿Y tú? ¿Qué has estado haciendo últimamente?