—Las flechas que Klaus disparaba se movían por el aire como pequeñas serpientes, deslizándose por el puesto de tiro antes de impactar en el objetivo con un satisfactorio golpe sordo —comentó alguien al recordar la competición. El cambio en la precisión de Klaus desde las rondas anteriores era notable. Ahora, cada flecha podía golpear el centro del objetivo, que parecía ser su nueva normalidad, y continuaba disparando, rápido y eficiente, sin errores o fallas en su mayoría.
Los objetivos holográficos aparecían en el puesto uno tras otro, y Klaus se concentraba en cada uno antes de disparar. Y con cada flecha que Klaus disparaba, rápidamente cargaba una nueva mientras buscaba el lugar donde aparecería el próximo objetivo.