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—¿Sabes quién es Adohorn? —preguntó Kaizen con voz áspera mientras le pisaba la cabeza.
A pesar de sentir esta aplastante presión sobre su cabeza y cuello, el mago mercenario se rió brevemente. —No te diría nada sobre eso, aunque me mataras.
Kaizen sonrió maliciosamente, luego clavó la Næġling Falske en el suelo justo al lado de la cabeza del mercenario, enviando un escalofrío por su columna. —No te mataré como imaginas. ¿Conoces la hoja de esa espada que estás mirando? Tiene el poder de hacer que un usuario sangre sin fin, no importa si intentas curarte con vendajes o magia, nada detendrá la hemorragia, y si te hago aunque sea un miserable corte en el cuello, empezarás a sangrar y no se detendrá. Ese corte te torturará durante horas o días —estaba fanfarroneando, la Næġling Falske podía causar hemorragia, pero también había formas de curarla.
El mago apretó los dientes mientras escuchaba y, poco a poco, parecía un poco más tentado a hablar, solo para que Kaizen continuara.
