Mientras Kaizen seguía la dirección hacia la cual el candelabro lo arrastraba, sentía que estaba progresando, a diferencia de cuando caminaba en círculos por la habilidad de ilusión del Espíritu Maldito.
Sin embargo, en cada habitación por la que pasaba, veía los alrededores volverse más y más extraños.
Por ejemplo, el líquido rojo y viscoso que Kaizen vio en el primer pasillo se hacía cada vez más común. Las tablas del suelo y las paredes de madera gradualmente comenzaron a ser reemplazadas por este extraño líquido en su forma más sólida y, digamos, carnosa. Kaizen sintió un poco de miedo de pisar esta cosa cuando la vio por primera vez, considerando lo que sentía solo con mirar demasiado tiempo el líquido, pero no tenía otra opción que intentar pisarla, porque el candelabro le guiaba hacia adelante.