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El monstruoso árbol en el medio del claro era tan ancho como un autobús y tan alto como un sauce boxeador de J.K. Rowling. Gracias a su tronco ligeramente flexible, el árbol podía balancearse de lado a lado, así como controlar libremente cada una de sus ramas. Como las colas serpentinas de una medusa, parecía que cada rama tenía su propia autonomía y golpeaba en diferentes direcciones.
No era sencillo para Kaizen avanzar, incluso utilizando su técnica de control de tres espadas. Cuantas más ramas sus hojas cortaban y congelaban, aun así parecía que más aparecían a cada segundo.
En las raíces del árbol monstruo, había un hombre atrapado entre ellas, y la suerte de este hombre era que el árbol aún no se había sentido lo suficientemente amenazado como para empezar a moverse, de lo contrario ya habría sido aplastado con facilidad.