Mientras Kaizen y Jayaa se dirigían a las Tierras Luminosas, una conocida área de caza de bajo nivel en las afueras de la Ciudad Real, escucharon risas estridentes y una conversación que era morbosa, por decir lo menos.
—¡JA JA JA JA! ¡No me hagas reír hasta el punto de mearme encima! —se oyó una voz áspera en la distancia.
—¡En serio! ¡Jeje! El tipo estaba tan asustado de mí que quedó paralizado. ¡Diles, hermano! —agregó otro cómplice con el mismo tono burlesco.
—¡Es verdad! Luego el tipo suplicaba por su vida, diciendo que tenía hijos y todo, pero lo resolvimos matándolo a él y a sus hijos. ¡JA JA JA! —concluyó un tercero, desatando una carcajada general.
—¡Me hubiera gustado haber estado allí para ver eso! —admitió otro con entusiasmo.
