Para cuando Valyr había entrado en la sala de espera y se sentó en un asiento vacante, mientras continuaba observando cómo se desenvolvía la segunda ronda, una sonrisa despreocupada se dibujó gradualmente en su rostro, su cuerpo sintiéndose por alguna razón algo relajado. Dejando escapar un ligero suspiro, esta sonrisa pronto se convirtió en una risita, pensando en la reacción que Tristán le había dado en respuesta a la hazaña que acababa de realizar.
—Realmente se siente bien que la gente que conoces descubra que en realidad puedes hacer más de lo que creen que haces —Valyr murmuró para sí mismo, consciente del hecho de que el peor escenario posible en su cabeza era muy poco probable. Sin embargo, una sonrisa torcida pronto apareció en su rostro, recordándose a sí mismo ocultar sus habilidades una vez que él y Tristán regresaran a la aldea.