Los ojos de Esther se abrieron de par en par, sorprendida, mientras el peso de su audaz declaración calaba en ella. ¿Dos pisos en un día? pensó, frunciendo el ceño mientras intentaba dar sentido a lo que acababa de decir.
—Su Majestad —dijo ella, su voz teñida de preocupación mientras daba un pequeño paso adelante, su expresión seria—, ¿planea entrar en el sexto piso hoy también? Negó con la cabeza ligeramente, la incredulidad se filtraba en su tono—. No le aconsejaría que afronte estas pruebas una tras otra sin preparación ni descanso. Sé que usted es diferente y lo suficientemente capaz para quizás lograrlo... pero considerando las circunstancias.