El ojo de Derek destelló con un brillo oscuro y antinatural, resplandeciendo levemente con malicia —¿Qué os faltaba tanto a los dos que permitisteis que un demonio repugnante os tocara y corrompiera? Sus palabras eran una acusación gutural, como si el mero pensamiento lo disgustara —¿Cómo pudisteis traicionarme así?
Los ojos de Raquel se abrieron de par en par por sus palabras, su pulso acelerándose mientras su agarre sobre su madre se apretaba.
Ella podía sentir el oscuro peso de sus palabras presionando sobre su pecho, cada sílaba un martillo golpeando su corazón.
Su enojo no era solo hacia ella, era hacia ambos, y por primera vez, Raquel entendió cuán perdido estaba su padre.
La respiración de Cecilia se cortó en su garganta, pero recogió cada onza de fuerza dentro de ella mientras devolvía la mirada a Derek, su expresión endureciéndose.