Ceti parpadeó, sus ojos abiertos de par en par ante la incredulidad mientras procesaba la revelación de Igrid.
La reacción de Rowena era un marcado contraste: su conmoción era palpable, pero logró reprimir el temblor de su voz cuando habló.
Sus ojos carmesíes brillaban con confusión e incredulidad, como si el mismo concepto de embarazo en un lapso tan breve de tiempo pareciera imposible.
—Eso... eso no puede ser posible —dijo Rowena lentamente, su mirada desviándose hacia su vientre como si pudiese negar físicamente la realidad de la situación—. No ha pasado suficiente tiempo...
Su voz se desvaneció y el peso de las palabras permanecía en el aire. Ni siquiera habían pasado dos años desde su unión con Asher.
Y para aquellos de su linaje, típicamente tomaba al menos una década o más concebir un hijo. Sin embargo, aquí estaba ella, descubriendo que ya estaba embarazada.