La tensión en el aire era espesa mientras Rebeca avanzaba. Chasqueó la lengua con aire de impaciencia —Vamos a derribar esa puerta —sugirió, claramente lista para forzar su entrada.
Pero antes de que pudiera hacer un movimiento, Asher se desplazó silenciosamente frente a ella, sus pasos firmes y calculados. Llegó a la puerta, su mano agarrando la manija con facilidad. Con un giro sutil y un tirón agudo, la puerta se abrió sin esfuerzo, revelando la habitación más allá.
El trío entró en la habitación, sus ojos se agrandaron inmediatamente al ver la escena ante ellos.
Allí, sentada en el lado más lejano, estaba Grace—su figura envejecida iluminada por las luces blancas de arriba, luciendo más anciana que de costumbre con un aire de desesperación a su alrededor.
En su mano, sostenía una jeringa llena de un líquido verde radiante, su suave resplandor reflejándose en su rostro cansado. Sus dedos temblaban ligeramente, su expresión una mezcla de determinación y arrepentimiento.