—Esto es una tontería —murmuró Lenny, su voz teñida de frustración—. Miraba con enojo la niebla que giraba afuera, su mente claramente también acelerada —Alguien tuvo que filtrar nuestra ruta. Alguien interno —dijo con desdén.
—Eso puede ser cierto, pero discutir sobre eso no cambiará nada. Concentrémonos en salir de esto —dijo Jim, su tono medido pero tenso, manteniendo los ojos hacia adelante.
—¡Señor! Estamos perdiendo velocidad. Algo está pasando—siente como si el camión estuviera siendo arrastrado por hielo oscuro —dijo uno de los guardias con un tono de pánico.
—Justo como pensé. Están tratando de ralentizarnos y forzarnos a detenernos —dijo Lawrence, y se giró hacia los demás—. Entonces, ¿a qué demonios esperas? ¡Usa el maldito pulso! —ladró Lenny, la impaciencia evidente en su voz. Sus ojos se encendieron como si la mera idea de estar atrapado en esta situación fuera infuriante.