—Por intentar asesinar al rey, un crimen castigado con el peor tormento, enfrentarás las consecuencias de tu traición, Oberón.
El peso de sus palabras colgaba pesadamente en el aire. El aliento de Rebeca se cortó, sus lágrimas se derramaron mientras su esperanza de misericordia comenzaba a desmoronarse. —No... —susurró, su voz temblorosa, aún aferrándose a la débil creencia de que Asher no haría lo peor.
Pero mientras el salón permanecía en un tenso silencio, esperando su decreto final, la mirada de Asher se endureció. —Serás enviado a las profundidades de los Ríos del Norte, donde serás devorado por las Malditas Alimañas. Ese es el castigo que mereces. Si no fuera por el hecho de que eras un príncipe de nuestra Casa, ni siquiera te concedería la misericordia de un tormento breve.