En la sala principal bien iluminada del Resguardo del Aquelarre de los Malditos, un ambiente sombrío impregnaba la habitación.
Grace se sentaba en una silla, su cabeza descansando en su palma, sus ojos habitualmente agudos nublados por la preocupación.
A su lado, Emiko y Yui se sentaban a cada lado, su presencia un silencioso consuelo mientras intentaban consolarla.
—Tía Grace, por favor no te preocupes. Lo sacaremos de una manera u otra —dijo Emiko, su voz firme con determinación, aunque sus labios estuvieran presionados en una línea apretada.
Grace suspiró, su mirada desenfocada mientras miraba el suelo de concreto debajo de sus pies —No es tan simple, Emiko. A Remy lo están vigilando. Si cometemos un error, podría ponerlo en aún más peligro —Su voz estaba cargada de preocupación y fatiga.