Los ojos de Raquel tenían un chispazo de duda, un atisbo de nerviosismo en su voz —Pero... ¿realmente te acostaste con mi madre? Sus labios se juntaron, su mirada inquebrantable, buscando la verdad sin importar cuán dura podría ser.
Asher soltó una risita suave, el eco de sus pasos resonaba en la habitación silenciosa mientras se acercaba lentamente a ella —No soy el tipo de demonio que castiga a alguien mientras está inconsciente. Quiero que estén completamente despiertos, que lo sientan todo y que lo recuerden todo. Su voz era calmada, casi casual, pero había un filo peligroso debajo de la superficie.
Aparte de lo que mencionó, Asher también quería asegurarse de que su plan fuera infalible. Si por casualidad, Cecilia reunía el valor para investigar lo sucedido en su propia cabeza con la ayuda de alguien... todavía podría encontrar la forma de salir del apuro sin hacerse ver como el malo.