—Dijiste... cercano a imposible. Eso significa que aún debe haber una manera, ¿verdad? —preguntó Rhygar, su voz ansiosa, aferrándose al atisbo de esperanza que sus palabras habían ofrecido inadvertidamente.
—Hay una, pero también una alta posibilidad de que no salgamos con vida. Por eso nunca lo arriesgué —respondió Lysandra.
Rhygar tragó duro, la cruda imagen de su propio fin a manos implacables de su padre pasando por su mente, una imagen tan dura y pesadillesca como el paisaje que los rodeaba.
—¡Tomaré el riesgo por ti, Madre! —declaró, su voz resonante de resolución.
Las cejas de Lysandra se elevaron ligeramente, un destello de emoción cruzando su rostro normalmente impasible, —¿Harías eso por mí? —preguntó, su tono teñido con una mezcla de esperanza e incredulidad.
Rhygar asintió vigorosamente, su compromiso inquebrantable, —Por supuesto que sí. Soy tu único hijo. Si no lo hago yo, ¿quién lo hará?