—¿Quién eres realmente? ¿Tienes la sangre del Príncipe Corrupto? —exigió Alice, su voz cargada de una mezcla de sospecha y escrutinio.
El corazón de Amelia se aceleró cuando la penetrante pregunta de Alice cortó el aire, la tensión palpable entre el grupo reunido. Ella observaba ansiosa, su mente acelerada por las implicaciones de la pregunta de Alice. ¿Podría la matriarca de Evangelion sospechar algo? ¿O acaso ya sabía algo que ellos no?
Edward estaba al lado, su rostro era una máscara de solemnidad, observando el intercambio con un silencio calculado que solo añadía peso al momento.
Arthur, mientras tanto, miraba con ojos parpadeantes y una expresión complicada. Había albergado preguntas similares sobre los orígenes de su asesor de combate, pero nunca las había pronunciado, retenido por una mezcla de respeto y sus propias incertezas personales.