Merina se sintió confundida por sus palabras y no sabía qué hacer —¿R-Responsabilidad? Yo... yo... ¿Qué debo hacer...?
—Bueno, puedes empezar a expiar tus pecados satisfaciéndome en la cama —dijo Asher mientras miraba fijamente sus temblorosos ojos azules.
Los ojos de Merina temblaban mientras pensaba involuntariamente en su difunto esposo.
Según la cultura con la que había sido criada, incluso si su esposo había fallecido hace tiempo, se consideraba inmoral acostarse con otro hombre que no fuera su pareja.
—¿Qué ocurrió? ¿Debería hacer que tu hija lo haga? —preguntó Asher con una sonrisa inquietante, haciendo que Merina sacudiera la cabeza inmediatamente—. P-Por favor, no... yo lo haré...
Sintió que aferrarse a esas cosas solo haría que perdiera lo que tenía ahora. No puede correr ese riesgo, pase lo que pase.
