—El aire de la habitación se espesó con tensión cuando Yui habló, su voz firme pero con un dejo de finalidad —Ya no hay más, Maestro. Nosotros y Tía Grace nos aseguramos de destruir cada una de esas organizaciones allí y salvamos a todas las chicas. Fue fácil para Tía Grace hacer que uno de los gerentes allí confesara toda la información sobre tales asuntos.
—Emiko, sentada al lado de Yui, su expresión se endureció en una máscara de seria resolución, añadió —También nos aseguramos de matar a cada uno de ellos.
—Asher suspiró y preguntó —Eso está bien, pero, ¿al menos preguntaron a quién le vendían estas chicas? Deben haber tenido múltiples clientes, pero Lenny tenía que ser uno de ellos.