El aire fresco acarició el rostro de Arturo mientras salía de la imponente finca, con el esplendor de la mansión desvaneciéndose detrás de él.
El suave murmullo de las hojas y los lejanos cantos de las aves se vieron momentáneamente interrumpidos por la repentina vibración del dispositivo en su muñeca.
Deteniéndose, Arturo tocó la elegante pantalla con movimientos rápidos y prácticos, mientras se colocaba un auricular.
—¿Tío Derek? —preguntó, su voz teñida de respeto y urgencia mientras se detenía en el camino cuidado que alejaba de la finca.
La línea chisporroteó brevemente antes de que la voz de Derek se escuchara, cálida pero ligeramente distraída.—Lo siento, Arturo. Estaba ocupado en una reunión y vi tu llamada perdida. ¿Hay algo malo?