—No te reconozco, pero no vivirás lo suficiente como para que me importe —dijo El Caballero Blanco con el ceño profundamente fruncido.
—Deberían haber enviado a más... —La demonio de repente murmuró en una voz fría y aburrida.
Los ojos de El Caballero Blanco se ensancharon antes de romper en una carcajada sonora, —Jajaja. Qué arrogante escoria. No tienes idea con quién te estás metiendo. Pero traje a mis amigos por si acaso también trajiste a los tuyos. Los demonios son abominaciones taimadas, después de todo.
La multitud de repente se apartó mientras tres figuras avanzaban, igualando el aura comandante de El Caballero Blanco en su firme postura. Su aparición fue un faro de esperanza en medio del aterrador aura que había envuelto el entorno.
Vestidos con trajes idénticos a los de El Caballero Blanco, menos la imponente capa, cada uno se posicionó firmemente preparado para el enfrentamiento.