—¿Habla? —murmuró Rowena de repente, su voz teñida de incredulidad.
Su expresión reflejaba su asombro, y Asher, notando sus ojos abiertos, se encogió de hombros con una leve risa.
—Permíteme presentarles oficialmente. Lori, la que debería haber sido Reina de Temorcorazón, nieta del Soberano Oscuro.
—Ssssbrat, no tienes que restregármelo. Ya soy reina de muchas maneras —replicó Lori con un dejo de indignación, su tono lleno de orgullo pero teñido con el dolor de agravios pasados.
Rowena, momentáneamente sorprendida, levantó las cejas en asombro.
—¿Nieta del Soberano Oscuro? —murmuró, las piezas encajando sobre la capacidad de hablar de Lori y su presencia regia.
No es de extrañar que no pareciera solo una bestia poderosa ordinaria sino algo más.
Asher soltó una risa suave, girándose hacia Rowena con un gesto cálido.
—Y esta es mi esposa, y obviamente, no necesita presentación porque todos saben quién es, incluyéndote.