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Lysandra apretó sus labios mientras Asher deslizaba sus pulgares en la cintura de sus bragas, tirándolas hacia abajo.
El aire frío se coló, causando que su piel expuesta se erizara.
Un calor estimulante recorría sus venas, agudizando su consciencia de cada toque y mirada.
—Tan hermosa... —expresó Asher con una mirada embelesada.
Su mirada cayó sobre el provocativo encanto del cuerpo de Lysandra, sus dulces y rosados pliegues brillando, anidados dentro de un arbusto plateado-lavanda, añadiendo una capa extra de misterio a su ya encantadora figura.
—Tú... —Su voz, de repente incierta de su habitual mando imperioso, tartamudeó y se detuvo mientras intentaba mantener la compostura mientras su ardiente mirada permanecía enfocada en su región privada revelada.
—Deberías centrarte en por qué estamos haciendo esto en lugar de... —Su voz se desvaneció abruptamente, su tono temblaba como el parpadeo del fuego creciente cercano.