Los hombros de Lysandra se tensaron, una batalla silenciosa libraba dentro de ella al escuchar la pregunta de Asher.
Miró de reojo a Asher, sus labios presionados en una delgada línea, traicionando su renuencia a revelar la profundidad de su apuro.
—No deberías preocuparte por mis asuntos —dijo, su voz teñida de una frialdad distante.
Asher podía ver que Lysandra intentaba distanciarse a propósito.
Pero él sentía que para ganar verdaderamente su lealtad y confianza por el bien de la supervivencia de su propio reino, debería hacerla sentir que puede depender y confiar en él.
Y entonces avanzó, su voz llevando una mezcla de preocupación y frustración, —Pensé que nos considerábamos aliados, aunque nunca tuvimos que decirlo. ¿Está mal que un aliado quiera saber qué le pasa al otro?