Mientras las ruedas del carruaje crujían sobre la grava, un silencio se apoderó del interior, contrastando marcadamente con los sonidos rítmicos del viaje.
Silvia estaba sentada frente a Asher, observándolo con creciente preocupación. Él miraba por la ventana, su mirada fija e inmóvil, su aura emanando una quietud que era casi sofocante en su intensidad.
La tensión en el aire se espesaba, palpable como la niebla que a veces descendía sobre los bosques cercanos.
Ella se encontró encogiendo ligeramente bajo el peso de la pesada presencia de Asher.
Incapaz de soportar el silencio más tiempo, su voz apenas un susurro, se aventuró —¿Q-qué estás pensando?
La mirada de Asher se desvió del paisaje que pasaba a Silvia, sus ojos fríos y distantes —Estoy pensando en las formas en que debería castigar a la mujer que Kayla vio —respondió, su voz baja y ominosa.
Los ojos de Silvia se agrandaron —¿Tú... sabes quién es? —preguntó, su voz temblando ligeramente.