Kayla inclinó su cabeza, su confusión mezclándose con una intrigante ingenuidad.
Parpadeó lentamente, procesando la visita inesperada y su inusual oferta. —¿Quién eres? —preguntó, su voz impregnada de cautela y un asombro infantil, sintiéndose curiosa sobre esta figura misteriosa y su oferta.
—Esta joven señora es Silvia, una amiga tuya de un reino vecino —respondió Silvia, su voz un susurro conspirativo.
El ceño de Kayla se frunció, su mente revolviendo lo que sabía. —¿Silvia?...Ohhh... —De repente, el reconocimiento brilló en sus ojos, iluminándose como estrellas—. ¿Silvia Valentine? ¿Eres realmente tú? ¿La bonita joven señora de la Casa Valentine?
Con una risita juguetona pero baja, Silvia infló su pecho y asintió. —Esta joven señora es, de hecho, Silvia.
Los ojos de Kayla se abrieron de par en par con una maravilla infantil e incredulidad. —¿De verdad quieres jugar conmigo?