—Arturo hizo una mueca mientras respondía con un suspiro cansado —Él está siendo bastante duro conmigo, pero supongo que por una buena razón. He estado arruinando las cosas desde que oficialmente me convertí en un Cazador. Simplemente parece que no puedo hacer nada bien y
—Voy a detenerte justo ahí —interrumpió Ana bruscamente, su voz firme pero cariñosa—. ¿Quién te dijo esas tonterías y te hizo sentir así? Si es el Asesor de Combate, me gustaría tener personalmente una palabra con él, o dos, y enseñarle una lección por intentar intimidar a mi hombre —Diciendo eso, se infló el pecho y colocó sus puños en las caderas.
—No, no. No hagas eso. Él no ha hecho nada malo, solo me ha estado aconsejando todo el tiempo —Los ojos de Arturo se abrieron alarmados, y rápidamente hizo gestos con sus manos, tratando de disipar sus preocupaciones.