Mientras Amelia se agachaba junto a Ash, su corazón latía acelerado por la preocupación hasta que lo vio levantarse lentamente, sacudiéndose el polvo de la ropa.
La tranquilidad se apoderó de ella cuando recordó —que ni siquiera era su cuerpo real. Una calma momentánea se instaló, solo para ser destrozada por su propio grito.
—¡Papá! ¿En serio estás intentando matar a mi novio? ¿Qué te pasa? —exclamó, su voz llena de incredulidad y enojo.
Pero al mismo tiempo, le sorprendió ver que sus padres estaban dispuestos a defender ese cuadro a pesar de saber lo que sus acciones significarían. ¿Acaso estaban...?