La pasión se encendió entre ellos, alimentada por el tiempo que habían estado separados —una eternidad en su mundo. Los dedos de Asher se entrelazaron en el sedoso cabello negro de Rowena, profundizando aún más el beso, como si intentara borrar cada momento que se vieron obligados a pasar separados.
Las pálidas mejillas de Rowena se sonrojaron, traicionando el calor que se extendía por su cuerpo al poder tenerlo de vuelta en su abrazo, sano y salvo.
Incluso aunque no fue por mucho tiempo, una vez más se dio cuenta de que no puede estar sola por mucho tiempo sin su hombre.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal, despertando deseos dormidos, mientras aspiraba el seductor aroma de la sangre de Asher, potente y tentador.
Inconscientemente, sus colmillos amenazaron con extenderse, ansiosos por probar lo que más deseaba.