Después de ver todo a través de los ojos de Raziel y estar en presencia del progenitor de los dragones, Asher se dio cuenta de que Drakaris no era un Destructor de Almas cumbre, sino algo mucho más allá, con habilidades y sabiduría que no podía comprender.
El hecho de que su fuerza sanguínea tuviera el poder de un Devier solo podía significar que no podía ser un mortal.
Esto le hizo preguntarse qué o quién era realmente Drakaris y qué le había sucedido.
—No soy un mortal, ni soy un demonio. Si lo fuera, no estaría confinado a este lugar, ni mis poderes estarían limitados por este reino —reveló Drakaris.
La curiosidad de Asher se agudizó:
—¿Cómo puede alguien tan poderoso como tú estar atrapado en una torre? —preguntó, su tono teñido de incredulidad.
La voz de Drakaris retumbó a través del vacío, una mezcla de arrepentimiento y aceptación: