Cuando Raziel se volteó para enfrentarse con la Matrona Selene nuevamente, sus ojos temblaron con una mezcla de confusión y tristeza —¿Por qué dijiste eso? ¿Tú...— empezó, su voz desvaneciéndose, incapaz de completar la pregunta que pesaba mucho en su mente.
Selene lo miró con ojos que parecían cargar el peso de muchos recuerdos no contados —No sé cuándo empezó, pero comencé a sentir como si hubiéramos tenido esta conversación muchas veces en este mismo día. Parecía imposible y no tenía sentido, pero se sentía real— explicó con suavidad, su mirada sosteniendo la de él mientras llevaba un atisbo de confusión —Pero ahora, recuerdo... todo.
La expresión de Raziel se desmoronó al oír sus palabras —No... no, no deberías estar...— balbuceó, la realización de que ella recordaba cada iteración de sus intentos fallidos lo abrumaba. Era una verdad que él había esperado permanecería oculta, para ahorrarle el dolor.