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—¿Qué te ocurre, Raziel? Pareces preocupado —preguntó Selene, frunciendo el ceño con inquietud mientras se acercaba, percibiendo su angustia.
Raziel respiró hondo, tratando de calmarse. Tenía mucho que decirle, pero sabía que salvar su vida era la prioridad. Siempre podría hablar con ella más tarde.
Así que dijo con una mirada grave:
—Tenemos que dejar este lugar ahora. El Clan Garrasangre y su jefe... vienen. Nos atacarán en cuestión de horas —soltó, su voz teñida de urgencia y miedo.
La expresión de Selene pasó de la confusión a la alarma. —¿El Clan Garrasangre? ¿Hoy? Pero ¿cómo sabes esto, Raziel? ¿Alguien los vio?
Raziel negó con la cabeza:
—No. No realmente. No puedo explicar todo ahora mismo. Pero por favor, tienes que creerme. Ya he advertido a los demás, y el Abuelo Caius está haciendo preparativos para que todos nos vayamos.
A medida que Selene se acercaba, su expresión era una mezcla de preocupación y curiosidad, marcándose suavemente en su sereno rostro.