La sala zumbaba con una mezcla de incredulidad y curiosidad mientras dos poderosas figuras sénior se ofrecían voluntarias para algo así. Era una acción que rompía el molde de las expectativas tradicionales.
Naida estaba de pie con una sonrisa elegante mientras los ojos de Rebeca estaban intensos al clavarse en Asher —Elígeme a mí, bastardo.
La tensión era palpable mientras Asher deliberaba, sus ojos moviéndose entre las dos damas.
Finalmente suspiró y dijo —Aprecio que ambas hayáis dado un paso al frente, pero lamentablemente solo puedo elegir a una. Así que...
Rebeca contuvo la respiración mientras entrecerraba los ojos. Se aseguró de hacer sentir a Asher su mirada penetrante.
—Señora Naida, será un placer que me acompañes —Asher completó su frase con una sonrisa ligera.
La sonrisa de Naida nunca flaqueó mientras inclinaba la cabeza en señal de reconocimiento, su voz calma y cortés —Me siento honrada, Su Majestad.