La voz de Isola era como una suave cascada de agua, serenando la quietud de la cámara submarina.
Flotaba con gracia al lado de la cama, cantando una melodiosa tonada para calmar la mente de su madre, que seguramente estaba bastante turbulenta en ese momento.
Narissara yacía inconsciente en la cama, su figura cubierta con elegantes sábanas que brillaban suavemente.
En el lado opuesto, Moraxor flotaba con una expresión pensativa y parecía como si no hubiera dormido en semanas.
La atmósfera estaba cargada de tensión mientras sus ojos se desviaban hacia Isola, llenos de emoción —Mi hija —comenzó con vacilación—, ¿realmente lo aprecias? De todas las personas, ¿por qué él? Incluso se atrevieron a... unirse.
La canción de Isola disminuía gradualmente, su voz reemplazada por el silencio de la habitación.