Después de trabajar desesperadamente en el camino para aterrizar en la isla a la que cayó Asher, Isola, Ceti y Merina lograron llegar allí después de casi 2 horas.
Corrieron a través de la isla flotante, con los ojos recorriendo todas las direcciones mientras intentaban mantenerse ocultas. Con cada paso, su ansiedad crecía, y el peso de cualquier cosa que le hubiera pasado a Asher, quien estaba solo, presionaba sus corazones. De repente, una figura familiar se materializó frente a ellas, emergiendo de la nada con una sonrisa.
—Me encontrasteis más rápido de lo que pensé que lo haríais —comentó Asher, con un deje burlón en su voz.
Isola dio un paso adelante, una sonrisa de alivio cruzando su expresión preocupada —Gracias a los demonios... Estás bien.
Merina, la más callada del trío, asintió en acuerdo, sus ojos se suavizaban con la comodidad de verle ileso.