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Hace menos de una hora,
En un área apartada de la Tempestad Mareal, el sonido del metal contra el cuero rompía el silencio. Víctor estaba de pie con un pie sobre una piedra, inspeccionando meticulosamente el filo afilado de su espada, cuyo brillo reflejaba de vez en cuando una chispa de luz solar mientras lo sacaba y metía en su vaina.
Él y su equipo habían construido otro Refugio al no tener otra opción, y ahora era un buen momento para admirar la nueva espada larga que había forjado.
De repente, el sonido de pasos resonó, haciendo que Víctor levantara la vista justo a tiempo para ver a Axton caminando hacia él. Las zancadas del hombre eran seguras, pero la sonrisa astuta en su rostro fue lo que inmediatamente captó la atención de Víctor. La espada, momentáneamente olvidada, se bajó a medida que Axton se acercaba.
—Sir Víctor... Tengo algo que podría despertar su interés —susurró Axton, inclinándose confidencialmente.