Las manos suaves de Merina trabajaban con destreza mientras recogía ingredientes de la despensa del refugio, su mente enfocada en la comida que pretendía preparar.
Con las recientes actividades y desafíos del grupo, una comida sustanciosa era justo lo que necesitaban. La luz ambiental que se filtraba por las ventanas pintaba sus delicadas facciones, resaltando su belleza bien formada que tenía una calidez y madurez innata.
Su largo cabello negro estaba recogido en un moño mientras vestía su habitual ropa de sirvienta.
Perdida en sus pensamientos, de repente un par de brazos fuertes la rodearon desde atrás, sus grandes y calientes manos apretaban sus grandes pechos sobre la tela blanca de su vestido.
—¡Han!~ —Merina se sobresaltó, su corazón latiendo aceleradamente y sus mejillas enrojeciendo un intenso tono carmesí mientras sus pechos amenazaban con desbordarse sobre la tela de su vestido bajo su implacable apretón.