—La mirada de Isola era dulce, pero su voz firme al responder —No puedes estar seguro de eso, Asher.
Él soltó una risa amarga, una sonrisa amarga tirando de sus labios mientras sacudía la cabeza —Una vez estuve seguro. Estuve seguro de Aira. Fui lo bastante tonto para creer que ella, de todas las personas, no me traicionaría. Nos conocimos prácticamente toda nuestra vida.
Se detuvo, mirando la cascada como si viera algo más allá del agua que caía —La parte patética es —continuó, su voz ahora apenas un susurro—, incluso después de despertar en este lugar, después de conocer la traición, me negué a creer que Aira lo hiciera, incluso si aceptaba que los demás lo hicieran. Me convencí de que Aira no... no podría haberme traicionado. No quería aceptar que ella me había dado la espalda. No fue hasta mi juicio de cosecha que me vi forzado a enfrentar la realidad. Forzado a darme cuenta de mi debilidad.