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Asher inclinó levemente la cabeza, una sonrisa intrigada asomando en sus labios —¿De qué quieres hablar?
Rowena miró hacia abajo, sus manos descansando sobre el escritorio tallado —Es solo que... ¿ha pasado algo, Ash?
Él frunció el ceño ante su pregunta vaga —No ha pasado nada —respondió, encogiéndose de hombros con despreocupación—. No entiendo. ¿Sobre qué me estás preguntando?
Rowena cerró los ojos por un breve momento, considerando sus palabras. Quería preguntarle por qué habían pasado menos tiempo juntos durante los últimos meses.
Por qué sus clases de pintura compartidas habían disminuido y por qué la magia de su vínculo parecía haberse atenuado y reemplazado por algo que le hacía sentir como si él se estuviera alejando de sus manos.
Pero no podía expresar sus preocupaciones directamente. Así que suspiró —Últimamente pareces estar muy ocupado.
El entendimiento amaneció en el rostro de Asher, pero no quería admitir la verdad, la cual roía su corazón.