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Asher nunca logró entender completamente qué tipo de mujer era exactamente Sabina.
Todo lo que sabía era que tenía algunos tornillos sueltos en la cabeza y lo impredecible que podía ser a veces.
Y así pensó que tal vez alguien mayor como Naida, que también conocía mejor a Sabina que él, podría ayudarlo.
Con una risa suave, Naida respondió a la expectante mirada de Asher —Sabina tiene una inclinación por hacer apuestas, ¿no es así? Pero debo decir que ganarle es casi imposible —dijo, su voz resonando con una sabiduría bien ganada.
Asher, siempre el agudo observador, captó el significado de sus palabras.
Sus ojos agudos reflejaron un atisbo de intriga —Dijiste 'casi imposible'. ¿Eso significa que hay una manera? ¿Una debilidad, quizás? —preguntó.