El corazón de Merina latía fuertemente en su pecho, retumbando contra su caja torácica como un tambor que resuena a través de la cámara silenciosa.
Sus ojos azul oscuro se abrieron por la mezcla de miedo e incredulidad, perforando la mirada divertida de Sabina.
La espeluznante y juguetona sonrisa que danzaba en el rostro de Sabina solo amplificaba la sensación de peligro, helando la sangre de Merina.
Hizo una mueca mientras se esforzaba contra las restricciones mágicas, pero el pánico pronto disminuyó, reemplazado por una resolución tranquila. Podía estar en una situación desesperada, pero esta no sería la primera vez que se encontraba en una. No tenía sentido entrar en pánico en una situación así. Definitivamente tenía que pensar.
Y así, sus ojos se encontraron con los de Sabina, manteniendo la mirada firme a pesar de la peligrosa situación.