Rowena estaba sentada detrás de su gran escritorio, su cautivadora belleza gótica intacta incluso en medio de su pensamiento reflexivo.
Sus ojos carmesí miraban fijamente el informe frente a ella, pero era evidente que sus pensamientos estaban lejos del asunto en cuestión.
Su mente era un torbellino de preocupaciones, sus dedos tamborileaban sin pensar en el borde del escritorio mientras repasaba la forma en que Asher había partido antes. Nada acerca de ese momento le parecía correcto, la brusquedad de su partida dejando un sentimiento persistente de inquietud.
Frente al escritorio estaba sentado Ceti, el Maestro de Batalla, y la mano derecha de Rowena.
Vestida con su revelador conjunto de armadura, la elegante figura de reloj de arena de Ceti estaba completamente expuesta, sus abdominales claramente visibles debajo de su coraza ajustada que cubría sus pechos generosos.