Un zumbido de emoción recorrió la multitud mientras el pueblo del Reino de Bloodburn procesaba el anuncio del consorte real.
Su asombro rápidamente dio paso a la excitación y el orgullo al darse cuenta de que él ahora era el maestro del recién nacido Kraken.
Esta proeza impresionante solo elevó su admiración por él, especialmente al escuchar cómo había saltado valientemente al vientre del Kraken y lo había debilitado, permitiendo que su reina lo derribara con facilidad.
Se dieron cuenta de lo verdaderamente especial y poderoso que era, ya que nadie más con la misma fuerza que él jamás podría lograr tal hazaña. Ni siquiera durarían unos pocos segundos en el vientre del Kraken.
Los susurros se esparcieron como fuego salvaje, y pronto, el aire se llenó de charlas fervientes. La gente intercambiaba miradas y asentía en señal de aprobación, sus rostros iluminados de emoción.