—¡No lo hagas! —Los ojos de Isola se abrieron y lanzaron una advertencia mientras él de repente saltaba hacia ella, con la intención de usar su cuchilla circular para liberarla de su destino.
Pero justo como ella esperaba, cuando él avanzó, la cámara orgánica tembló violentamente, como si el Kraken mismo pudiera sentir la amenaza inminente a su preciada Perla de Vida. No importaba cuán débil fuera su enemigo, nunca arriesgaría dejar que se acercaran a su Perla de Vida o disturbasen algo.
Sin previo aviso, torrentes de agua ácida de pesadilla brotaron desde todos los lados de la cámara.
Este vil elixir corrosivo era negro como las trincheras oceánicas más profundas. Su olor era abrumador y nauseabundo, una combinación nociva de carne podrida y azufre quemado que era casi imposible de soportar por cualquier persona normal.
Isola solo podía mirar consternada mientras el hombre que apenas conocía parecía destinado a encontrar un final espantoso.