El viaje de Asher por el inmenso cuerpo del Kraken estaba lleno de peligros y enigmas. Las pulsantes y resbaladizas paredes parecían casi respirar a su alrededor, produciendo una siniestra sinfonía de sonidos orgánicos que le hacían estremecer.
La tenue luz bioluminiscente de ciertas áreas de las entrañas del Kraken ofrecía la única guía para su camino, proyectando sombras inquietantes mientras navegaba cuidadosamente por los giros y revueltas de los pasajes internos de la monstruosa bestia.
Descendió más profundo en el Kraken, atravesando capas de tejido visceral y navegando por redes de vasos retorcidos.
El aire estaba denso con el olor a sal y sangre, cada respiración que tomaba era un recordatorio palpable del ambiente de pesadilla en el que se encontraba. A medida que avanzaba, el cuerpo del Kraken parecía cobrar vida con actividad, como si estuviera consciente del intruso en sus profundidades.