Un destello de alivio cruzó el rostro de Esther cuando presenció la llegada a tiempo de la reina y sus temibles refuerzos.
Pero a diferencia de sus soldados, no estaba jubilosa al ver a Flaralis y las Alas Temibles.
Sus ojos, agudos como los de un halcón, siguieron el movimiento del colosal monstruo marino.
Su masivo cuerpo se retorcía y contorsionaba en las olas hirvientes, acumulando la energía para desatar una de sus habilidades más temibles.
Desde lo profundo de su colosal estructura, el Kraken comenzó a extraer la antigua y oscura magia que había recorrido sus venas. A medida que canalizaba este terrorífico poder, los ojos del monstruo brillaban con un verde enfermizo, proyectando sombras inquietantes sobre las aguas que burbujeaban y espumeaban debajo de él.
KREEEEE!!
Luego, con un chillido gutural que sacudió los mismos cimientos de la tierra, el Kraken liberó la Niebla Corrosiva justo como Esther esperaba.