—Todo está bien, Asher. Solamente estaba atendiendo a unos deberes de último minuto. Estoy segura de que tú lo entenderías mejor que nadie —dijo Rebeca, su voz era firme, aunque la tensión subyacente era palpable.
Las palabras de Rebeca estaban recubiertas de civilidad, pero sus ojos albergaban una tormenta que amenazaba con desatarse en cualquier momento. Sabía el juego que tenía que jugar, pero eso no lo hacía más fácil para tragarse su orgullo y esconder la rabia hirviente que amenazaba con consumirla.
—Por supuesto que entiendo. Entonces... ¿comenzamos ahora que ambos estamos aquí? —preguntó Asher podía imaginar lo difícil que estaba siendo para ella contenerse y empezaba a sentirse satisfecho al verla así.
—Mi grupo intentará la prueba primero —declaró Rebeca con la mirada firme e inquebrantable, avanzó y hizo un gesto hacia su grupo de cinco jóvenes demonios, cada uno exudando confianza y determinación.