El corazón de Gary retumbaba en su pecho y el sudor le caía por la frente como una cascada. Nunca había presenciado un lado tan malévolo de Grace, y sus palabras venenosas se grabaron en su ser. Su rostro con ominosas franjas oscuras parecía el de una demonia en el cuerpo de una humana.
Arrastró los pies contra el suelo, alejando su silla de la transformada Grace. —¿T-Tú hiciste un pacto con un demonio? —tartamudeó Gary, con los ojos muy abiertos por la incredulidad al contemplar las siniestras líneas carmesí oscuro que se entretejían a lo largo de su rostro y piel.
La idea de que alguien como ella hiciera tal trato lo desconcertaba. ¿Estaba alucinando?
Los ojos de Grace brillaban con malicia y una sonrisa siniestra jugaba en sus labios mientras se acercaba acechante hacia él. —Oh, pequeño Gary, la pregunta que deberías estar haciéndote es cómo te irá una vez que haya terminado contigo.